sábado, 18 de abril de 2015

En búsqueda de Erin Brockovich


Por: Gemma Georgina Reyes de la Torre
                Intrepida, aundaz, sin pelos en la lengua… ésas son algunas de las expresiones con las cuales uno puedo describir a Erin Brockovich después de haber visto su participación en el caso de PG & E, en la dramatización de los hechos en Erin Borckovic una Mujer Audaz.
            El film cuenta con varias características con las que fácilmente el público lo puede encontrar como una producción agradable, debido al interesante contenido del guion como también por la peculiaridad del personaje principal que junto con su despampanante actitud cautivaron al espectador.
            A pesar de que esta película cuenta con varios detalles, que vale la pena mencionar, creo que es importante destacar los hechos de los que nos está hablando la historia, ya que es impresionante la cantidad de personas que se vieron expuestas, durante tanto tiempo, al cobalto 60.
            La realidad es que fue una lucha impresionante debido a que esta empresa violó los derechos de estas personas al ocultarles información tan importante a los pobladores de la zona.
            Los efectos del cobalto 60 pueden ser nocivos para la salud, justo como se ve en el film, ya que la cantidad de enfermedades que uno puede desarrollar al estar en contacto con este material, puede ser impresionante.
            Es evidente que el cáncer era una de las enfermedades que más desarrollaban las personas, debido a la vulnerabilidad del sistema inmune y sus constantes mutaciones en el cuerpo humano.
            Si tratáramos de situar una historia parecida, en nuestra ciudad, tendríamos que remontarnos varías décadas en el pasado, ya que en 1977 se da el caso de que un hospital privado de Ciudad Juárez adquirió ilegalmente una máquina de radiación para tratamiento de cáncer. Años después el “Centro Médico de Especialidades” vendió como fierro viejo esta máquina a un deshuesadero.
            Los trabajadores, del Yonke, trataron a esta máquina como si fuera algo completamente normal, pero no contaban que para el momento de abrir el compartimiento, se encontraron con la noticia de que esta máquina contaba con más  de seis mil pequeños balines de Cobalto 60, la radiación más fuerte y peligrosa que hay.
            La historia nos cuenta que las varillas fueron distribuidas alrededor de 16 estados, y  la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear rastreó 17 mil construcciones con varillas contaminadas. Según la comisión, sólo 8 mil edificaciones presentaban niveles altos de radiación por lo que fueron demolidas.
            En el 2003 los legisladores le piden al Gobierno Federal que entierre el material. Dichos residuos terminaron al aire libre en un ejido cerca de la población de Samalayuca.
            Toda esta información me lleva a pensar de lo frágil que era el sistema y el que lo es ahora, ya es los culpables de esta imprudencia no fueron atrapados.
            Por desgracias no contamos con una Erin con la cual nos pueda apoyar con los casos que debieron de surgir por este descuido, pero lo más importante aún, es que nosotros no contamos con un sistema judicial que les permita a las personas garantizar su salud cuando se ve amenazada en contra de esta manera.
            ¿Será que necesitamos de una Erin Borckovich para que algún día los afectados, por esta clase de descuidos, puedan tener justicia?
            Ya que los casos de radiación en lugares públicos no son temas desconocidos para nuestra comunidad.







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