sábado, 18 de abril de 2015

Comunicar el Tiempo

Por Felipe Medina.


En Cánada una madre revisa el estado del tiempo para saber, no el estado en sí, no los factores medibles, sino algo más práctico. Puede ser que sólo quiera saber qué tanto abrigar a sus hijos cuando los lleve a la escuela, si sacar los guantes o si debido a la calidad del aire ese día es preferible hacer ejercicio en casa que salir a correr al parque, si llevar paraguas a la fiesta del otro lado de la ciudad; encontrará la información y, con base en ella, tomara decisiones a corto plazo, prácticas.
Así expuso, en charla con periodistas, el Dr. Adrián Vázquez Gálvez, Climatólogo e investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, la forma ideal de comunicar el estado del tiempo. La primera objeción que viene a la mente es: “Sí, todo esto está muy bien pero no es lo mismo Cánada qué México”, tratando de asumir que no podríamos hacerlo.
Sin Embargo, veremos que no hay motivos suficientes para descartar la meta.
El proceso empieza en las alturas (atmosféricas sí, pero también científicas) y mediante un eficiente mecanismo se aterriza en la vida cotidiana de las personas. Eso es divulgar el tiempo. Los Medios de comunicación trascienden su papel de reproductores de tecnicismos y cifras (la mayoría de las veces, con errores), para traducir los datos de los expertos en referencias que permiten a la ciudadanía tomar decisiones.  Eso es informar.
¿Qué sentido tiene contar con científicos especializados, o una institución como el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) si el resultado de su quehacer cotidiano no se transmite a la ciudadanía? ¿De qué sirve formar a profesionistas que echan a andar programas de meteorología que se quedan en los grupúsculos universitarios? Si la meteorología no se divulga –divulgar en el sentido más comprometido del término, esto es, explicar, simplificar- a la ciudadanía, no sirve tanto como podría.
Ya el hecho de que, tanto los ciudadanos de a pie como los comunicadores de respetadas trayectorias, confundan el tiempo con el clima nos habla de que algún engranaje del mecanismo no funciona correctamente; que los espacios dedicados al tiempo en televisión hayan degenerado en pasarelas nos habla de una pobre y triste cultura científica.
México carece de ese “eficiente mecanismo” del que hablamos anteriormente. Y no, no hay argumento para desechar la comparación. Si bien la diferencia entre nuestro país y Cánada es tan grande que la prensa, la academia y la mayoría de los ámbitos, la han descrito comparando una realidad con un primer mundo  y otra con un tercer mundo en tanto que menos perfecto.
No obstante, México, sin ser “primer mundista”, cuenta con las condiciones necesarias:  
1.      Tecnología y especialización para recolectar, manejar y divulgar los datos climáticos
2.      Personas competentes e instituciones obligadas.
3.      El estado del tiempo tiene espacio en los medios de comunicación y público atento.
El salto de lo que se hace actualmente a lo que se podría hacer es un salto de organización, de actitud, de humildad intelectual entre los expertos, de sentido común en los comunicadores, quién sabe, quizá hasta de visión empresarial. 

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