jueves, 16 de abril de 2015

El TLCAN sobre el medio ambiente

Por: Maribel Domínguez.



El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entró en vigor el 1 de enero de 1994 durante la administración presidencial de Carlos Salinas de Gortari.

El tratado firmado por el presidente mexicano, el presidente estadounidense, George H.W. Bush, y del primer ministro canadiense Brian Mulroney es un acuerdo comercial entre Estados Unidos, Canadá y México con el objetivo de facilitar el comercio entre los tres países.

El tratado estableció precios bajos e incluso eliminar la arancelaria de bienes que cruzaran la frontera. El tratado permitió también mantener el control en productos automotrices, textiles y agropecuarios.

El Tratado de Libre Comercio le dio la oportunidad a México de atraer inversiones extranjeras, principalmente de Estados Unidos, pero este tratado no beneficiaba a todo el país, los agricultores de menor rango comenzaron a tener problemas con los subsidios, pero no solo eso, también surgieron otros movimientos en torno a las posibles consecuencias de la industrialización, la infraestructura y todo lo relacionado con el TLCAN y el medio ambiente.

El TLCAN, más allá de ser un acuerdo con base en el comercio, que beneficiaría a los tres, traería también daños colaterales para los países y el medio ambiente.

Con el tratado, principalmente Estados Unidos, vio en México un candidato perfecto para invertir y mover aquí sus empresas, la mayoría contaminantes, esto debido a que en México la mano de obra es más barata que en otros lugares, y a que los estándares de contaminación eran mucho más bajos que los de Estados Unidos.

Si bien el libre comercio ayudo a que los ingresos aumentaran 2.5% cada año hasta 1999, en comparación a 1985, también contribuyó a que la erosión de los suelos rurales subiera un 89%, la contaminación del aire 97% y el agua 29%, esto según datos de la INEGI recabados de 1985 a 1999.

Sin duda algunos de los lugares más afectados, en cuestión ambiental, son las fronteras México – Estados Unidos. Las zonas fronterizas tienen que lidiar con la contaminación del agua y del aire debido a la industrialización, el crecimiento de la población y por lo tanto la falta de servicios.

El agua es uno de los temas más delicados a tratar, aunque México y Estados Unidos comparten el Río Grande, la mayor parte de la frontera norte se compone por zonas semiáridas. Las descargas de aguas negras y la industria maquiladora se han encargado de mezclar una gran cantidad de contaminantes con el agua del Río Bravo que hoy en día representa un peligro para la salud.

Junto con el TLCAN se firmó el Acuerdo de Cooperación Ambiental de América del Norte en donde los tres países se comprometieron a tomar medidas de protección del medio ambiente además de respetar las leyes ambientales individuales, y se formó un consejo con autoridades de medio ambiente de los tres países, este consejo supervisa que el Acuerdo de Cooperación Ambiental de América del Norte se lleve a cabo correctamente.

Aunque para México sea más alto el costo ambiental que el incremento económico, el daño ya no puede revertirse, pero si puede mejorar o se puede evitar que el daño sea mayor, para esto debemos crear conciencia en la ciudadanía, hacer respetar las leyes, continuar con el desarrollo comercial e industrial fomentando un desarrollo sustentable que respete los recursos naturales y la manera irracional en la que son usados. Mantener a salvo los recursos naturales existentes permitirá contar con ellos a largo plazo..

No es necesario acelerar el crecimiento y desarrollo económico a costa de los recursos naturales, es necesario cuidarlos y mantener el medio ambiente limpio y sano para que nosotros y las futuras generaciones podamos vivir de él y en él.

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