Por: Miguel Silerio
Para la doctora María Verónica Ibarra García, profesora de geografía en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM) y estudiosa de la geografía
política, los conflictos por el agua y las problemáticas de género, es necesario
abordar al agua “no solo como un elemento físico,
sino como un elemento incorporado socialmente”.
En su presentación
durante el congreso “Agua y sequía”,
en el Colegio de Chihuahua, la catedrática capitalina expuso
su punto de vista sobre las tendencias actuales de la geografía
política y la necesaria asimilación
de las tensiones por el agua dentro del contexto de las ciencias sociales y la
creación de estudios en torno al “ciclo hidrosocial del
agua”, concepto acuñado por Ibarra García
como contrapeso a la visión meramente física
y química de los recursos hídricos.
Desde su particular punto de vista,
la doctora Ibarra expone que actualmente la academia y el Estado, en conjunto
con los medios de comunicación, han creado una “visión catastrofista” acerca de la disponibilidad y el
acceso al agua en México y en el mundo: “Existen
muchas más acuerdos que conflictos por el agua”,
sentencia Ibarra.
Sobre sus estudios en torno a la
geografía política y el uso del agua, la doctora se
ha especializado en el tema de los mantos subterráneos y la utilización
de estos por parte de particulares y empresas, además de las regulaciones
que el Estado ha ejercido en torno a ello.
Acerca de los mantos subterráneos,
Ibarra señaló que poco más del 70% del agua de
uso corriente e industrial proviene del subsuelo y que los estudios sobre la
propiedad, disponibilidad y acceso a ellos son insuficientes: “Es
el agua que más utilizamos (la subterránea),
y de la que menos estudios existen por parte de la academia… eso puede ocasionar que leamos mal lo que sucede con el agua en términos
sociales y políticos.”
La “visión catastrofista” que Ibarra García
señala, en la que incluye a las notas recurrentes en los
medios que alertan sobre la escasez del agua y los posibles conflictos políticos
en torno a su disponibilidad, complementa a su teoría sobre la
disponibilidad del agua en el subsuelo, recurso que, por ser únicamente
visible a través de los pozos de los cuales se
extrae, escapa del escrutinio público y crea confusión,
pues, según lo enunciado en su conferencia, el establecimiento
de empresas, minas y las pretensiones de utilizar el método
de fractura hidráulica en el norte del país son señales de la existencia y
disponibilidad de agua subterránea: “las empresas no son tan
ingenuas como para establecerse en lugares donde no está el agua que necesitan… no estamos viendo al agua subterránea”.
Según Ibarra, otra evidencia
de que la escasez de agua no es un problema latente como se ha señalado
durante los últimos años, es la negativa de la
cámara
de diputados para legislar al respecto de la utilización
del agua subterránea (negativa que alcanzó a la propuesta de ley expedida por un grupo de académicos,
entre ellos Ibarra y el politólogo Samuel Schmidt), que refrenda su
teoría de que los recursos hídricos
están siendo utilizados para el beneficio de empresas y
particulares, lo que ha creado una visión agravada de la problemática.
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